El filósofo francés del principio del siglo pasado, el premio Nobel Henrí Bergson, sostenía que la memoria es lo que constituye, en esencia, la inteligencia humana.
Los Grandes Traductores tienen una memoria fascinante. Ya he hablado en otra ocasión sobre la importancia de la memoria en interpretaciones. Igualmente, las personas que traducen diariamente miles y miles de palabras, han desarrollado (han cultivado) una memoria visual fotográfica y una concentración singular: son capaces de traducir a libro abierto (sin preparación ni examen previo del material) la gran mayoría de textos, de una forma fluida y coherente; diariamente tratan a veintenas (algunos, ¡cientos!) de documentos, los cuales tienen diferentes destinatarios, fines y variaciones de contenidos a apreciar y a no despistarse. La concentración, la dedicación, la memoria y el realmente duro y muchísimas veces inapreciado trabajo de estas «máquinas de memoria humanas» son mucho más que admirables. Son un ejemplo a seguir. De hecho, sostengo que si muchos en este planeta fueran la mitad de productivos en sus trabajos que los Traductores, el mundo sería un lugar con algo menos de colas, nerviosismo y estrés.
Algunos dicen que hoy en día el software, las memorias de traducción y otros «chismes» hacen el trabajo por ellos. No es así. La traducción no la hace el ordenador, la traducción se hace CON el ordenador. Los aviones también «se conducen solos», pero se requiere mucho valor, concentración y aprendizaje para pilotar uno.
Gerente de Lingua Franca Traducciones Juradas